domingo, 20 de mayo de 2012

Mi parto

Ya por fin estamos en casa los tres, llevamos ya una semana justa, pero entre una cosa y otra no me he podido sentar ni un segundo a escribir.

Fuente AQUI
Me parece super injusto escribir durante todo el embarazo de nuestro progreso, y no escribir sobre el momento culmen del mismo, su fin. Es por ello que con esta entrada pongo fin a una serie de entradas y empiezo otra nueva. Se llama "Conviviendo con mi inquilina"... Que no es poco.

Desde que estamos en casa por fin me siento madre, porque lo de antes me parecía cascarilla, una cosa rara con tanta ayuda de las enfermeras del hospital. Pero bueno... la realidad empieza cuando dejan de venir visitas a la casa, así que se puede decir que aun estamos aterrizando, tanto ella como yo... y entonces empezará mi carrera como mamá a tiempo completo... ¡ole! y con una ilusión y una alegría que me llena el corazón.

El embarazo y mi bebé me han transformado como persona haciendo que piense globalmente de otra manera, no puedo especificar nada, pero me siento muy diferente a como era antes, Sin duda me ha cambiado la vida, pero algo más sutil que eso me hace ver que existe un antes y un después muy evidente, más allá de que comparta piso con una persona nueva, más allá de eso... Es algo inexplicable, igual que los sentimientos que me van aflorando cada día.

El calor, la incomodidad, los picores, el trajín de casa al hospital del hospital a casa, las palabrotas durante el parto y la acidez han servido y han valido la pena.... eso sí... el tema de que si tienes mucha acidez quiere decir que trae mucho mucho pelo... es una leyenda urbana, porque yo he tenido acidez durante casi todo el embarazo, y de pelo... tampoco es que venga muy peluda, vaya, pelo normal.

Nuestra historia empieza un martes día 4 de Octubre, días antes había estado devorando hielo como loca, haciendo posturitas de yoga por mi salón y casi todo el tiempo de pie dando vueltas por mi casa como un fantasma, obsesionada porque el suelo estuviera limpio y ¡los rodapiés más aun! ¡ni una mota de polvo, por favor!. Calor, picores, vomitos por acidez... todo a la vez... Era cómico.

Por mucho que me decían "duerme, y repon fuerzas" yo estaba casi sin dormir, además, esque me costaba entender cómo me decían que durmiera cuando era casi imposible dormir profundamente con una bartola como la que tenía.

El dia en cuestión me levanté como cualquier otro día tranquilamente, medio dormida me encuentro con que había sangrado, muy poco, pero algo al fin y al cabo. El adormilamiento se me quitó de golpe. Así que con tranquilidad me volví a la cama a esperar a ver qué ocurria en el resto de mañana. No duré mucho, la intranquilidad me estaba devorando y llamé al futuro padre. Le conté el plan y al rato me levanto de la cama para volver a ver que he sangrado más, no mucho más... Pero vuelvo a sangrar y llamo al padre de nuevo para decirle que me voy a la Clínica Quirón porque eso ya me estaba mosqueando mucho. Antes de salir me ducho, me arreglo y siento como una alegría mezclada con miedo un tanto raro, son sentimientos encontrados que te desorientan, porque en realidad no sabes qué estás sintiendo en ese momento.

Me ducho, me visto, me pinto, me arreglo. Llamo a mis padres que iban a Granada para ver a mi hermana y no les cuento nada, porque el viaje era importante que lo solucionaran, pero sí les pido que no pierdan de vista el teléfono por si los llamo para ver qué tal va la cosa, escondiendo mi nerviosismo, escondiendo que quizás estaba de parto o yo que sé.

Esa mañana también estaba sintiendo mi barriga dura cada poco intervalo de tiempo. Pero como no me dolían, sólo molestaba la dureza... Pues nada, no le hice mucho caso hasta que me vi la sangre.

El futuro padre decide venir por mí a casa y nos llegamos a urgencias.

No estaba de guardia mi gine, en su lugar me atendió una argentina, buena gente también, ya la conocía de otras veces. Después de ponerme en monitores un ratito y de hacerme una exploración que no me gustó nada y mejor no describo, me comenta que estoy dilatando y que estoy expulsando el tapón. Pero ¡ojo! eso no quiere decir que esté de parto ni nada por el estilo, sólo expulso el tapón.

Total, me manda a casa con un centímetro largo. Sin prometerme nada. "Puedes estar de parto dentro de tres, cuatro, cinco, diez días... o incluso esta noche. Cualquier cosa puede pasar". Eso me decía. Me reocmendó descansar.

Volvimos a casa y sentía una mezcla de emociones tales como desilusión, porque creía que estaba de parto, y mosqueo porque creía que estaba de parto. Y la cosa seguía su curso, el tapón seguía saliendo y saliendo. Contracciones cada cinco diez minutos, las fuimos apuntando y controlando. No eran tan tan rítmicas. Sólo eran molestas, barriga dura, nada más.

Mis padres me llaman en medio de la mañana y me preguntan qué tal estoy y demás; con ello yo les cuento un poco a grandes rasgos qué pasaba. Como terminamos muy pronto en urgencias Carlos vuelve al trabajo y yo a la casa. Mis padres en su vuelta a Málaga pasan por mi residencia para verme. Estaban un poquitillo preocupados, pero lo disimualron muy bien.

Comemos al medio día Carlos y yo...pero la comida no me sienta muy bien, lo vomito todo.

Ando de aquí para allá como una loca, con una energía que no sabía de donde salía y monté el carrito, el capazo lo vestí, terminé las maletas y me eché mi colonia de ocasiones especiales. Coco de Chanel.

Por la tarde,sólo me apetecían cosas frías, líquido... y por supuesto hielo. Me comí todos los poloflanes que tenía en el congelador, terminamos algunas temporadas de series tumbados en el sofá e intenté dormir, sin resultado. La hora de la cena se nos echó encima, pero no cené. Sólo bebí agua y comí hielo.

A las 11.30 muertos de sueño nos acostamos y yo me levanté a eso de la 1.00 de la mañana, posturas de yoga, andar por la casa como una fantasma y mi vasito de hielo fueron mis actividades. Por puro aburrimirento porque a esas horas no hay nada que hacer, me empecé a concentrar en las contracciones y me di cuenta de que cada contracción me ponía la barriga cada vez más dura. Las fui cronometrando y eran un reloj. Cada diez minutos, en el minuto número nueve me venía una, barriga dura dura, y cuando justo llegaba el minuto número diez se me pasaba... ¡flipé! con todo esto del cuerpo.

Me acosté a eso de las tres y a las cuatro, no sé cómo, me despierto un segundo y noto ¡plof! como si una botella de champán se abriera de golpe seguido por un chorreon se agua, me pongo de pie y cae más... doy un paso y cae más... así que llegué a la conclusión de que aquello no era otra cosa que había roto aguas.

Vi que el color del agua y era verde. Despierto a Carlos y muy tranquilos vamos a la Quirón (A medida que voy escribiendo voy recordando y me da nostalgia... fue en el fondo hasta bonito todo)
En el coche me dan los primeros dolores fuertes, dicen que dan en los ovarios y a mí me dio en los riñones, era como un dolor que si yo hubiera estado más tranquilita hubiera llevado muy bien, respirando y demás... Pero, lamentablemente, estaba como un flan y no daba pie con bola, se me olvidó respirar y pensar. Sólo sabía que de aquello nadie me libraba que la niña estaba aquí ya y que... tenía que pasar. No sé explicarlo. Cuando estás empezando a hacer algo y te das cuenta de que no quiereshacerlo lo dejas y sigues con tu vida... En este caso me sentia frustrada, porque no quería pasar por ello, sabía que se avecinaban dolores intensos y no quería sentirlos... Pero no me libraba de ellos nadie, ya de eso no me podía escapar, estaba en un callejón sin salida y nadie me iba a salvar.... Salvo alguien llamado Epidural.
Llegamos a paritorio casi del tirón porque al decir que el agua venía verde me pasaron. Estaba de dos centímetros largos y en poco llegué a los tres. Pedía la epidural a gritos e incluso intenté negociar una cesárea, que me durmieran, que me quería librar de aquello. Pero se echaron a reir porque por lo visto, por lo que cuenta Carlos estaba fuera de mí.

La epidural llegó, un calor intenso (casi me quemaba) en mi espalda y con el calorcito una paz a medias puesto que la epidural trajo consigo una tiritera que me impidió dormir profundamente, me despertaba con los dientes castañeando, nerviosa. Intenté relajarme pero me resultó dificilísimo, sobretodo porque no paraba de tiritar. Nerviosa perdida sin entender, sin pensar.

Para aligerar la cosa, administraron también oxitocina. Pero ni notarlo, yo veía los gráficos en los monitores y cerraba los ojos. Fueron muchas contracciones... que poco a poco de nuevo se notaban, no dolían como dolían las del principio... el dolor se convirtiño en molestia. Poco a poco esa molestia se fue modificando enseñándome un nuevo síntoma...

Una nueva molestia comenzó, era en los riñones pero de intensidad diferente, como de bajada. Después de varias contracciones así, llamé a la ginecóloga. Es raro, pero en esa situación me detuve en oler a la gente, el olfato de agudizó mucho y todo el mundo olía a algo, no sé explicarlo pero sabía cuándo iba a venir cualquiera de las enfermeras que ya habian pasado por la habitación en la que estaba sólo por el olor del perfume que llevaban. También me fijé en las manos de toda aquella mujer que entraba en mi habitación, he de decir que ninguna tenía manos feas, todas con uñas perfectas, manicura francesa e incluso uñas de gel. Manos perfectmente cuidadas, colonias caras... ¿qué más podían pedir? Pensé incluso en ponerme de nuevo las uñas de gel. Hay que ver en las cosas que una se puso a pensar en una situacion así.

Total, mi ginecóloga que olía muy bien, vino, me exploró y me dijo que había dilatado cinco centímetros. Ante esta noticia, me enfadé porque pensaba que había pasado mucho tiempo y creo que empecé a perder un poco la vergüenza atreviéndome a soltar por la boca todo lo que se me ocurría, pero todo todo. Yo de eso no me acuerdo muy bien.

Esa es otra cosa, el tiempo... Perdí la noción del tiempo, porque ahora cuando recuerdo todo pasó muy rápido, pero lento... no sé.

Las molestias fueron en crecimiento, y sentía que necesitaba ir al baño... Necesitaba urgentemente ir al baño porque me sentí estreñida, con lo que llamé a la doctora de nuevo, ella misma me dijo que era normal, que no era estreñimiento sino que la bebé estaba empujando en el intestino, que era normal, así que no me iba a volver a explorar porque lo acababa de hacer una media hora antes... Pasaron dos contracciones más (creo) y la cabeza de la niña se hacía notar... Vino de nuevo la ginecóloga y se asombró de que la cabeza estuviera ya ahí. Entonces me dio permiso para empujar cada vez que me dieran ganas.

Todo fue muy rápido. La niña ya está aquí, la niña ya está aquí... La ginecologa se asombró de la rapidez en la que dilaté los cinco centímetros que faltaban para los diez en que empieza el expulsivo. Como la veia yo muy despreocupada le pedí ayuda que no me dio,puesto que empujar tenía que empujar yo sola, le pedí que no se fuera, que se quedara conmigo. Se quedó a mi lado, hablando con la otra enfermera que estuvo pendiente de nosotros también. Ella hablaba, pero de vez en cuando interrumpía la conversación para decirme que tenía que durar más empujando. En un minuto tenía que empujar más y durante más tiempo. Estaba reventadita, sentía que no podía más.

Ya no quedaba epidural, el cuerpo estaba preparado. Me cambiaron de postura para que el empuje fuera más cómodo, no lo fue. Pero la postura definitiva fue le mejor.

En esos momentos una siente que quiere escapar, esconderse, una quiere intimidad. Así que la enfermera bajó la luz, y nos dejó solos. ¿cómo me dejas sola ahora? le dije, un poco histerica... Pero si estaba empujando ya, y me dijo que eso solo lo podia hacer yo. Que confiara en mi cuerpo y que pujara cuando sintiera ganas. Lo más importante era dejarse llevar. Que disfrutara mi parto... esa última cosa me hizo tanta gracia que mi falta de vergüenza se hizo notar lanzando al aire algunos pensamientos al respecto :p

El expulsivo no me dolió, cuando empujaba más a mi ritmo, parecía que la niña respondía mejor... e iba saliendo. La cosa fue rápido y al poco rato, estaba Lola en brazos de su padre. Yo estaba indispuesta, perdí mucha sangre al sacar la placenta, y empecé a desvariar, se me fue el norte.

Me hicieron sentir como una vaca y se lo hice saber gracias a mi falta de timidez, me durmieron, me dio una taquicardia, me sacaron la placenta, me limpiaron el útero por dentro y me hicieron una transfusión de sangre después de otra y me hicieron sentir como si estuviera en el desierto del Sahara sin una gota de agua... Madre mía ¡qué sed! y no podía beber agua. La situación también me pareció cómica porque con toda mi sed pasó por al lado un enfermero con un pack lleno de agua mineral bezolla fresquita que crei me decía "bebeme! bebeme!" Pero no podía, ¡no podía.! La enfermera que me estaba supervisando me daba de vez en cuando un algodón empapado de agua, para, se suponía, mojarme los labios, yo me lo metía en la boca y lo exprimía para beberme las gtas que habían escondidas en él. Después de muchos, viene la pobre y me dice, "venga, en este puedes hacer trampa, puedes metertelo en la boca y beberte el agua que lleva" a lo que yo le respondí que si antes no valía ya lo había hecho. Ella se echó a reir. Vaya tarde le di a la pobre.

La sensación de estar en recuperación sola, sin Carlos, sin mi madre... ¡sin mi barriga! Me sentí terriblemente sola, no por la falta de mi madre o de Carlos, sino de mi barriga, había bajado considerablemente, son movimientos, sin nada, vacía... así me sentí yo. VACÍA... y lloré.

En fin. Una aventura de la que ya no me acuerdo. Estuve en recuperación un mogollón de tiempo, casi ocho horas. Sin poder beber agua hacían de aquello lo peor. Me di cuenta lo pesadita que puedo llegar a ser. Allí vino a visitarme el anestesista y me preguntó qué tal andaba yo de nervios, que si yo era muy nerviosa... Por lo visto lo soy, aunque no lo sabía. Me puse más nerviosa de lo que me correspondía estando medio drogada. Y al escuchar mi respuesta se rio. No lo entendí hasta un dia después en que más o menos me contaron lo que sucedió.

Me subieron a la habitación a las ocho de la tarde. Cuando me llevaban vi que era de día, pero estaba anocheciendo, me extrañó... fue en conjunto un día super raro, no recordaba mucho, no sabía nada... sólo sabía que quería ver a mi niña y a mi Carlos... los quería a los dos a mi lado. En la habitacion 428 me dejaron. En principio estaba sola mientras subia la familia. Cuando los vi no puda reprimir unas lágrimas. Todo había sido emocionante y mis hormonas estaban en pleno auge. Mi niña estaba en la UCI de neonatos, en observación y mi marido estaba a mi la diciendome lo bonita que era la recién llegada. Me sentí muy unida a él. Echaba de menos a mi bebé y no la conocía. Pero estaba bien y eso era lo importante. En recuperación me dijeron que había tomado dos tomas y que estaba perfectamente. Carlos se encargó de todo y eso me tranquilizó.

La verdad es que es un padrazo y me emociona verlo cuando está con ella. Me encanta. Y a ella parece que también le encanta su papi.

En fin. Después del parto le han seguido algunos días de ingreso por mi anemia, también le siguen algunos días de ingreso de Lola por haber nacido antes de tiempo. Y hemos conocido a un personal genial. Hemos aprendido muchísimo y ella nos ha ido ganando poquito a poquito.

La niña es una monería y nos tiene enamorados... y ahora ¡A disfrutar! (y a no dormir) :P

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