sábado, 30 de marzo de 2013

Descubriéndose a sí misma (I)

Es alucinante cuando estás tratando de ordenar la casa y viene tu inquilina a "ayudarte", repleta de energía positiva. La mia, sobre todas las cosas, le gusta ayudar con la ropa, el orden de los cajones es lo suyo.

¿Lo malo? Lo malo es que ambas tenemos diferentes visiones de lo que es el orden. Y esque a mi chica le encanta mirar la ropa, cambiarla se sitio y ponersela por lo alto, a modo de capa, coger una prenda, decir unas palabritas (Como si dijera.. "uy qué mono") dejarla a un lado, seguir con otra prenda y así. Una charla continua imagino acerca de la moda y una montañita de mi ropa o la suya (Chatungo, al ser alto, tiene los cajones más arriba y a salvo)

Hay horas en la mañana o media mañana, en que una no puede permitirse esa pequeña "Ayuda", porque ya hay una montaña más alta que el Everest en una habitación, los Pirineos están en otra y el tendero de la ropa tendida a rebosar anuncia el nacimiento de una nueva montaña... Más ropa no, por favor.

Es el momento en que dejarlo todo es la solución y ponerte a jugar con ella la salvación. Yo me lo paso genial. Además es, en este momento, una espojilla que todo lo observa y lo copia.

Pienso que se echa la ropilla por alto, porque nos ve vestirnos, se cuelga los leotardos a modo de collar, se coloca mis gomillas del pelo en su muñeca.

Se está convirtiendo en una gran presumida.

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