domingo, 7 de octubre de 2012

Hace sólo un año... (Parte 3 y terminó)

... Y el año pasó... sin dar tregua ni dar tiempo a pensar... Así es el tiempo que pasa y pasa... y cuando nos damos cuenta... ha pasado un año de pronto y yo con estos pelos

He aprendido que un día no tiene por qué ser igual que el siguiente... aunque las noches sí... Podrían ser todas iguales, durmientes, tranquilas... del tirón, y no haber desveles en medio de la madrugada con risas, sonrisas, palmitas y un sinfín de monerías que nunca hace, pero por las noches sí :)

Como podéis daros cuenta al leer mis dos posts anteriores, he estado muy melancólica estos días. Pensando en lo que fue pasando, dándome cuenta de que somos animales en el fondo. El instinto manda siempre, las hormonas... todo.

El día en cuestión llegó. El cumpleaños de mi Inquilina. Al levantarnos ya me di cuenta de que ella estaba diferente. Su padre estaba en casa y eso la emocionaba mucho más de lo normal. Chatungo se pidió el día libre para estar con nosotras y madrugó con ella para que yo descansara un poquitillo más. Jugaron, cantaron y charlaron juntos. Papi e Inquilina. Pasar nuestro tiempo juntos a mi también me emocionaba, en cierto modo sentía que yo también cumplía años. Y poco a poco fuimos rememorando juntos lo que nos fue ocurriendo en el día. Porque claro, yo estuve en recuperación todo el día y, mientras, él estuvo esperando en la habitación. Imagino que no se debe llevar muy bien esperar a tu mujer que está en recuperación y recibir las noticias a cuentagotas... ¡Pobre mio! No me quiero imaginar cómo lo pasó. Cada uno lo vivió desde puntos de vista diferentes.

Volviendo al presente. Mi Inquilina estaba muy simpaticona, hablando a su manera, riendo, gateando... una actividad que de verdad parecía que ella de alguna manera sabía que era su día, nos costó la misma vida que se durmiera para la siesta.

Hicimos una merienda-cena para la familia más intima. Los abuelos y tios... Una como las que a mi me gustan, familiares, como las de cuando yo era pequeña.  Con su tarta y su vela, su canción de Cumpleaños feliz y sidra para brindar. La niña se comportó como una buena anfitriona. No se quejó de nada, sonrió a todos y les surtió de todas sus monerías aprendidas. Todo un primor. Ni cenó de la emoción. Cuanod la gente se fue... Ella, tras una ducha calientita... abrazó a morfeo mientras se tomaba su bibi de cereales. Aguantó hasta el último instante.

Sentados y tranquilos ya los dos, nos dios cuenta de que resultó ser acogedora nuestra celebración; los invitados estuvieron la mar de tranquilos, agusticos, charlando de las cosas tranquilamente sin hablar más alto de lo normal, ni más bajo tampoco... Y llegó la tarta y el momento soplar la vela (porque sólo había una, claro)

Mi pobre Inquilina... se asustó al escuchar la canción y soplaron los primitos... 

Siempre pensé que iba a llorar a moco tendido en ese momento. Que me emocionaría, pero no... ni una lágrima Sólo podía abrazarla y mirarla.

Ahora es cuando entiendo la razón por la que siempre se han celebrado los cumpleaños. Antes ni lo pensaba, los cumpleaños llegaban y se celebraban o no. Nunca los celebré antes de conocer a Chatungo, él me incitó un día a hacerlo, a celebrar el día de mi nacimiento, y lo celebré.

Pero hoy entiendo el sentido íntimo de un cumpleaños. Son estos inquilinos tan importantes. Tan pequeños y tan grandes en nuestras vidas... hay celebrar como si no hubiera un mañana que un día llegaron para quedarse con nosotras... que estamos juntas y que estamos bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario. Siempre es un placer verte por aquí, conversar e intercambiar experiencias, es lo que hace rico este blog. Un beso