martes, 12 de marzo de 2013

Incidencias con un zumo

El gran descubrimiento de mi chica en la actualidad es el zumo que se bebe con pajita. No puede beberlo de otra manera que no sea SOLA, no puedo poner un dedo para ayudarla, porque para de beber, me mira y aparta la mano educadamente.

Lo dudosamente bueno para el orden y limpieza de la casa (que esa es otra, con ella ayudándome con el orden, poco orden, poco orden) es que se lucre en la posesión del tetrabrik de zumo con pajita. Ella lo toma como un muñeco, y pasea el zumo por la casa, dejando caer gotitas en el suelo para hacer chapoteos en cualquier momento, abraza el tetrabrik, da besitos al tetrabrik e incluso hace ademán de beber un poco, pero muy poco se vaya a empachar.

Ella disfruta y yo, cuando estoy de humor, limpio y me divierto con ella, no haciendo chapoteos, pero sí jugando e intentando distraer su atención de tan divertido juguete del zumo. 

Esto fue lo que nos pasó el pasado lunes. No estaba tan de humor como para seguirle el juego y le quité el zumo seguido de un sonoro GRAAACIAAAS, ella aplaude contrariada y, de pronto, suelta un pucherillo labio abajo y mirada enfurecida que me hizo dar la vuelta y sonreir, qué cara más graciosa, indignación mezclada con contrariedad, vaya mala madre que estoy hecha ¿verdad? quitarle el zumo con el que chapotea por toda la casa y hace partícipe de todos los juegos manchando juguetes y todo, vaya mala madre... Cualquier niño chico lo entendería, cualquiera... y cualquier madre creo que me entendería a mí.

La dejé con su indignación en el suelo, gritando como si la estuviese matando, llorando como si no hubiera un mañana, mordiendo con furia la manga del jersey (maneras de expulsar el estrés) haciendo acopio de cualquier fomra de expresión para no contener ni un gramito de la cólera que la poseía.

Fue tanto, que hasta vomitó.

Ahí ya me asusté, la cogí del suelo y la abracé, la calmé como pude y le expliqué la situación, calmadamente. Ella dejó de llorar e incluso sonrió, hasta que se acordó y señaló con su dedo mandón el zumo (¿Por qué no lo tiré mientras lloraba? ¿por qué no me lo bebí? Son preguntas que me hago)  no se lo dí, y empezó a llorar. De nuevo, pataleo y demás.

Entendí que el sueño se hacía con su cuerpo, le di agua para que se centrara, y la tendí en la cuna... Se durmió en el momento. Sin almorzar... Esa es otra, pero hablaremos en otra ocasión.

La calma llegó, hasta apagué la tele y disfruté del silencio por un ratito, lo necesitaba.

Después me pregunté ¿Era necesaria la llorera y el vómito? Creo que no, pero tampoco veo normal dejarle rociar un zumo por toda la casa que acabo de limpiar, para que no llore.

¿Hablamos de límites? No sé. Pienso que en el límite está la seguridad, tanto en el escribir (cuando hay un limite de palabras, la información se suele concentrar y salen textos muy buenos) como en la educación. Los niños deben saber hasta dónde llegar.

También es cierto que cada uno sabe bien dónde limitar, cada familia es un mundo y no lo hacen unos mejor que otros. NO señoras, no señores (si es que me lee alguno)

Una amiga mía, para que se callara la niña le hubiera dado el zumo, cállate ya, deja de llorar y la paz vuelve a nuestras vidas, aunque tenga que limpiar más. Es normal también este comportamiento, hay que sobrevivir, algunas veces una no puede más, la casa, la relación sólo con las inquilinas... uuuuf  Es normal que actúe así, no es mejor, ni peor... Es diferente.

Yo desde luego soy partidaria de los limites, no severos, pero limites son, por eso... por ellos, por su tranquilidad y saber no despendolarse, saber hasta donde se puede llegar muchas veces da seguridad. 

Como siempre esa es mi opinión. ¿Qué pensáis? ¿os ha pasado algo parecido? contadme, charlemos

2 comentarios:

  1. Yo opino como tú. Siempre hay que poner limites, si no estas perdida! Con mi hija también me pasa, siempre intento explicarle la situación y no siempre lo entiende o colabora. Lo que mejor me funciona es hacerlo como un juego en plan por ejemplo el zumo se toma sentado y cuando lo terminamos lo dejamos aquí y luego le indico como hacerlo y digo ¡una dos y tres! ¡bien! y aplaudo y ella lo suele hacer y aplaude también. Es una etapa, ellos se ven más independientes e intentan llevar el control. Animo!

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    1. Siempre los aplausos funcionan. Y las fiestas y el juego. Sí que se ve más independiente, sí que intenta ver hasta donde puede llegar, es una etapa muy bonita :)

      gracias! un beso

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Gracias por tu comentario. Siempre es un placer verte por aquí, conversar e intercambiar experiencias, es lo que hace rico este blog. Un beso